… es que suelo tener días medios oscuros y silenciosos… entre negros y grises, y es ahí cuando hago daño. Me voy para dentro, cierro los ojos y mis lágrimas corren por mi espalda, como una foto en blanco y negro que siempre quise tener.
Me transformo en siluetas y todo comienza a costarme; respiro de forma inconclusa, las ventanas dibujadas en el arrebol [que me traje, en una cajita de madera con grabados de una pradera], se vuelven difusas…
Es en ese momento cuando pido, [con mis manos], que alguien venga con un par de carboncillos a dibujarme unos ojos risueños…
viernes, 20 de junio de 2008
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